Hace unos días, las imágenes de las playas de Río de Janeiro repletas de gente festejando el Año Nuevo frente a un show de fuegos artificiales dieron la vuelta al mundo, pues ahora, la ciudad está experimentando una explosión de casos de covid-19. Con largas filas de personas con síntomas en puestos de salud, farmacias, y laboratorios; se ha generado una gran demanda de testeos que, a su vez, coincide con la llegada de la variante de ómicrón.
La ciudad no ha tenido tantas personas confirmadas con la enfermedad en un solo día desde el 30 de agosto, cuando aún enfrentaba la ola de enfermedad causada por la variante delta. Pues, en 2021, Río experimentó tres oleadas de la enfermedad en la ciudad, que coincidieron con la llegada de variantes del coronavirus. Los expertos estiman que, con la llegada de la ómicron a la ciudad, la tendencia es que el proceso se repita.
«Pasé la víspera de Año Nuevo con la familia, pero soy un conductor de una aplicación (de transporte) y es posible que me haya infectado en el trabajo. Llegamos a la clínica alrededor de las 12.30 pm, y me atendieron dos horas después, pero pasaron casi cuatro horas antes de que me dejaran ir. Tengo las dos dosis (de la vacuna) y me iba a dar la tercera ahora», aseguró un residente de Cachambi, de 47 años.
Por su parte, Diego Xavier, epidemiólogo e investigador, observó que las experiencias de otros países con coberturas de vacunación similares a las de Brasil muestran que el número de casos debería aumentar. Según él, el hecho de que tanta gente esté viajando durante las vacaciones de enero es preocupante: «Todo indica que vamos a tener un ‘susto’, pero tenemos un factor atenuante, que es la vacuna».
El avance de la enfermedad se refleja en la tasa de positividad, que es uno de los indicadores que indican que la curva de contagio debería subir aún más. Los datos incluyen pruebas realizadas en redes públicas y privadas.