Tras un vuelo de aproximadamente 10 horas, El papa Francisco ha llegado a Canadá para realizar su «peregrinación penitencial» y presentar en nombre de la iglesia católica, una disculpa largamente esperada por las comunidades indígenas, victimas que durante más de un siglo sufrieron de abusos y de una política dirigida a eliminar su cultura mediante el sistema de escuelas residenciales para niños.
El principal objetivo con el que el papa Francisco ha llegado a Canadá es reiterar las disculpas por el papel que la Iglesia Católica tuvo en los antiguos internados para niños autóctonos: centros de «asimilación forzosa» que han dejado nefastas consecuencias en generaciones de estos pueblos canadiense.
Durante años, estas escuelas residenciales separaron por la fuerza a menores indígenas de las Primeras Naciones, Métis e Inuit, de sus familias, sometiéndolos a desnutrición y abusos físicos y sexuales, pero el horror de estas escuelas volvió a ocupar las primeras planas hace exactamente un año, en julio 2021 cuando la tribu Penelakut de Columbia Británica anunció que había hallado 160 tumbas «indocumentadas y sin marcar» en las islas del golfo sur de la provincia, donde había estado instalada una escuela residencial conocida como la «Alcatraz de Canadá».
El descubrimiento se sumaba a otras 1.000 tumbas sin marcar que habían sido encontradas entre mayo y julio en los antiguos internados de esa provincia y de Saskatchewan.
Ante estos abusos el papa llega a Canadá entre nubarrones de dolor por los antiguos internados. La Iglesia católica en el país vive también periodos complicados por la larga lista de escándalos -principalmente por agresiones sexuales- en orfanatos, parroquias y centros de enseñanza, además de un descenso considerable en el número de fieles.
En la ceremonia de bienvenida el papa francisco besó la mano de una sobreviviente de la escuela residencial, la venerable indígena Alma Desjarlais de las Primeras Naciones de Frog Lake, un gesto de humildad y respeto que él había hecho antes, cuando se reunió con sobrevivientes del Holocausto.

También el papa Francisco llega bajo el brazo con un discurso de disculpas y reconciliación, pero también de unidad con toda la sociedad canadiense; iglesia y pueblo de Dios.
El gobierno canadiense ha admitido que el abuso físico y sexual proliferó en las escuelas cristianas financiadas por el gobierno que operaron desde el siglo XIX hasta la década de 1970. Cerca de 150 mil niños indígenas fueron separados de sus familias y obligados a asistir en un intento por aislarlos de la influencia de sus hogares, lenguas y culturas nativas y adaptarlos a la sociedad cristiana de Canadá.