El Talibán cumplió este lunes un año desde que tomó el control de la capital afgana, una captura rápida que desencadenó una precipitada huida de líderes respaldados por Occidente, concluyendo la intervención militar internacional de 20 años encabezada por Estados Unidos, provocando el desplome de la economía y la transformación del país.
El Gobierno interino aseguraba que llegaba con normas más flexibles, diferentes a las que regían en su anterior administración. Pero hoy en día, 12 meses después, la realidad que impera en el país es la que tanto se temía: las mujeres viven un verdadero calvario.
Amnistía Internacional (AI) divulgó en las últimas horas un informe titulado “Un año de violencia, impunidad y falsas promesas”, en el que constata que la situación sobre el terreno es completamente distinta a la que anticipaban los líderes talibanes en agosto de 2021, cuando aseguraban que se respetarían los derechos de las mujeres y otros tantos.
“Se comprometieron públicamente a proteger y promover los derechos humanos. Pero la velocidad a la que están desmantelando 20 años de avances en materia de estos derechos es impresionante”, señala Yamini Mishra, directora regional de Amnistía Internacional para Asia meridional.
“Toda esperanza de cambio se ha desvanecido mientras los talibanes tratan de gobernar mediante la represión violenta con total impunidad”, lamenta.
Son decenas de miles de niñas las que han quedado excluidas de la educación secundaria, y a las mujeres se les impide acceder a numerosos cargos públicos. Además, se les prohíbe viajar solas fuera de su ciudad. En mayo recibieron órdenes de cubrirse de pies a cabeza en público, idealmente con un burka.
Hasta el momento, ningún país ha reconocido al régimen de los talibanes.