Eventos climáticos extremos, como olas de calor, sequías e incendios forestales mortales, además de lluvias torrenciales e inundaciones devastadoras; están ocurriendo paralelamente en distintas partes del planeta y son, irremediablemente, signos de una emergencia climática inminente.
«Inundaciones de proporciones bíblicas» en Pakistán
Para esclarecer un poco sobre la situación actual del planeta, al sur de Pakistán las fuertes lluvias e inundaciones han causado la muerte de al menos 1,033 personas, entre ellas 348 niños, y han dejado heridas a otras 1,527 desde mediados de junio.
El primer ministro del país, Shehbaz Sharif, quien se vio en la necesidad de cancelar un viaje a Gran Bretaña para dedicarse a supervisar las operaciones de rescate, destacó jamás haber visto nunca algo parecido.
«Ha habido pueblos aniquilados y millones de casas devastadas. Hay una enorme destrucción», dijo tras sobrevolar Sind en helicóptero el pasado 27 de agosto.
Pakistán experimenta con frecuencia fuertes lluvias durante la estación del monzón, de junio a septiembre, a menudo destructivas pero esenciales para el riego de los cultivos y la reconstitución de los recursos en agua. Esta vez la magnitud de los daños no tiene precedentes en los últimos 30 años, dijo el primer ministro Shehbaz Sharif.
La peor sequía en 500 años
Otros países, tales como Inglaterra, tuvieron que declarar el estado de sequía en buena parte del país, medida que llega en plena ola de calor en Reino Unido, la segunda de este verano en un país poco acostumbrado a las altas temperaturas.
«La grave sequía que afecta a muchas regiones de Europa desde principios de año se ha ido extendiendo y agravando desde principios de agosto», detalla un informe del Observatorio Europeo de la Sequía (EDO, por sus siglas en inglés).
La sequía actual parece ser la peor en al menos 500 años, se calcula que un 17% del territorio europeo se encuentra en categoría de alerta roja, frente al 11% de julio. Países han experimentado temperaturas superiores a los 45°C, y hasta 47ºC.
Esta situación, ya crítica, se ve reflejada en las “piedras del hambre” que han emergido en Europa Central. Estas piedras (Hungersteine) son marcadores del nivel del agua de los siglos XV-XIX, cuando las sequías llegaban a afectar a la navegación fluvial y al comercio, lo que significaba para la población el padecimiento de hambrunas.
Según Andrea Toreti, del Centro de Investigación Conjunta de la Comisión Europea, hay «un riesgo muy alto de que las condiciones de sequía» continúen durante los próximos tres meses. El experto asegura que todo apunta a que la intensidad y la frecuencia de la sequía «aumentarán drásticamente en Europa, tanto en el norte como en el sur».