Se acabó el tiempo de Boris Johnson, el primer ministro de Reino Unido, pues este día, se sumó a la avalancha de renuncias de más de 50 miembros del ejecutivo que lo presionaron para que se apartara del cargo que llamó «el mejor trabajo del mundo».
Los primeros en dimitir fueron los ministros de Economía y de Salud, Rishi Sunak y Sajid Javid, quienes presentaron su renuncia el martes por el modo en el que Johnson gestionó las acusaciones de conducta sexual inapropiada contra el diputado conservador Chris Pincher.
Después le siguieron otros ministros, viceministros y otros cargos menores del gobierno.
«Es clara la voluntad de los parlamentarios del Partido Consevador de que haya un nuevo líder del partido y, por tanto, un nuevo primer ministro», dijo Johnson en una declaración pública. No obstante, dijo que continuará como primer ministro hasta que su partido elija un sucesor.
«Permaneceré hasta que un nuevo líder sea elegido», manifestó, agregando que el proceso para ello comenzará la próxima semana y que él le dará todo el apoyo que pueda.
El discurso de renuncia de Johnson fue breve y relativamente superficial, pero también controversial. Normalmente, cuando los primeros ministros dejan el cargo o comienzan el proceso de dejar el puesto, se enfocan en su legado. «Repugnante, sin humildad, tiros al partido parlamentario, solo resume que teníamos razón», dijo uno de los legisladores citados por The Guardian.
El pasado 30 de junio, el diario británico The Sun publicó que el entonces subjefe de la bancada del Partido Conservador en el Parlamento, Chris Pincher, había manoseado a dos hombres en un club privado en Londres. Ante esto, Pincher renunció inmediatamente.
A los pocos días, los medios británicos publicaron información sobre al menos otros seis casos de supuesta conducta sexual inapropiada por parte de Pincher ocurridos en los últimos años.
Aunque el primer ministro británico no es quien ha incurrido en conductas sexuales inapropiadas, el escándalo de Pincher lo coloca en una situación difícil debido a que se está cuestionando su buen juicio, así como la transparencia con la que el gobierno manejó el caso.
El pasado 1 de julio, la oficina del gobierno le dijo a la prensa que Johnson no sabía que hubiera acusaciones contra Pincher antes de su nombramiento.
Sin embargo, el 4 de julio, el portavoz del mandatario dijo que Johnson conocía «acusaciones que fueron resueltas o no progresaron hasta la fase de queja formal» y que no se había considerado apropiado detener el nombramiento de Pincher debido a «acusaciones no sustentadas». Esa misma tarde BBC reveló que Johnson había sido informado de una queja formal sobre el «comportamiento inapropiado» de Pincher, mientras este trabajó en el Ministerio de Exteriores entre 2019-2020.
La respuesta del Ejecutivo al escándalo de Pincher fue cambiando progresivamente a medida que han ido surgiendo otros elementos, al igual que ocurrió durante el llamado partygate, el caso sobre las fiestas celebradas en la sede del gobierno durante el confinamiento por el coronavirus, en el que finalmente se comprobó que incluso Johnson había asistido a alguna de estas reuniones sociales.