Unos investigadores del Instituto Max Planck para la Astronomía (MPIA), en Heidelberg, sorprendieron al mundo con el reciente hallazgo del mayor objeto jamás observado en la Vía Láctea: un filamento de hidrógeno que cuenta con 3,900 años luz de largo por 150 años luz de ancho y puede suponer un vínculo en el ciclo de materia de las estrellas.
Conocido como ‘Maggie’, en honor al río Magdalena (el más largo de Colombia), se trata de una estructura de enorme tamaño que se encuentra a unos 55,000 años luz de la Tierra, y representa todo un cambio en lo que hasta ahora se conocía de las nubes de gas, ya que es cinco veces más grande de lo que se había descubierto hasta la fecha.
El hallazgo ha sido publicado en la revista especializada Astronomy & Astrophysics. En ella, los astrónomos indicaron cómo, mientras buscaban otros objetos fuera del plano principal de la galaxia (el que contiene la mayor parte del material de la Vía Láctea), dieron con Maggie.
El tamaño no es la única característica que convierte a Maggie en un objeto especial, sino que además está hecho con una forma única de hidrógeno. Si bien la mayoría de nubes de hidrógeno consisten en hidrógeno molecular, en el caso de Maggie se compone de un 92% de hidrógeno atómico, algo especialmente llamativo para los descubridores.
Y es que gran parte de las estrellas se forman a partir de nubes de hidrógeno molecular, que llegan a ser tan densas como para colapsar con la fuerza de la gravedad, dando lugar a nuevos soles. No obstante, los expertos creen que muchas de estas nubes de hidrógeno molecular podrían haber estado compuestas por hidrógeno atómico en el pasado, si bien no hay forma de explicar el cambio a nubes moleculares.
En este caso, como Maggie cuenta solo con un 8% de hidrógeno molecular, creen que podría estar en proceso de conversión a una o más nubes de gas molecular.